Los procesos de patrimonialización obedecen a dos
construcciones sociales:
·
La primera se trata de un mecanismo universal,
intercultural, fácilmente reconocible, mediante el cual toda sociedad define un
ideal cultural del mundo y de la existencia y todo aquello que no cabe en él, o
lo contradice, pasa a formar parte de un más allá, que, por su sola existencia,
delimita y desborda la condición humana, socialmente definida y, por ende,
nuestra capacidad de explicar y dominar la realidad.
·
La segunda construcción social en el proceso de
patrimonialización. Se trata de la puesta en valor o activación. tal vez sea
interesante remarcar la diferencia entre poner en valor (o valorar simplemente)
determinados elementos patrimoniales, y activarlos o actuar sobre ellos de
alguna forma. He sostenido y continúo sosteniendo que los procesos de
activación del patrimonio dependen fundamentalmente de los poderes políticos.
Sin embargo, estos poderes deben negociar con otros poderes fácticos y con la
propia sociedad. Alrededor de la puesta en valor de tal o cual elemento se
produce precisamente el primer proceso de negociación.
Los poderes, si así puede llamárseles, o intereses,
académicos compiten entre sí por certificar el rigor científico de las
activaciones, por obtener reconocimiento social, recursos económicos, estatus.
La ciencia y sus correspondientes conocimientos disciplinarios deberían marcar
claramente los límites de legitimación de determinados discursos, pero la necesidad
es grande y, con frecuencia, se recurre, voluntariamente o no, a la ficción de
legitimar los elementos, los componentes, antes que el discurso, que
simplemente se ignora, excepto en algunos casos de chapucería flagrante. Todo
ello permite que nos enfrentemos a exposiciones, museos, ecomuseos, parques de
todo tipo, como aparentemente neutros, sin contenido ideológico alguno, aunque,
en realidad, en ningún caso esto sea así.
Con el desarrollo, en las sociedades capitalistas avanzadas,
del consumo de ocio y turismo (más tiempo, espacio y dinero dedicado a estas
actividades y, por tanto, más empresas e iniciativas al respecto), las
activaciones patrimoniales han adquirido otra dimensión, han entrado
abiertamente en el mercado y han pasado a evaluarse en términos de consumo,
actuando éste, el consumo, como medidor tanto de la eficacia política como de
la contribución al desarrollo o consolidación del mercado
lúdico-turístico-cultural. Dos interrogantes.
Ante estos hechos,
es preciso plantearse algunas urgencias e interrogantes
·
La apremiante necesidad de desarrollar, y dotar
de presencia pública, una crítica patrimonial que no se detenga, o no esté
especialmente centrada, en los aspectos formales de las activaciones, como
sucede habitualmente, sino que otorgue primacía a los contenidos, a los
discursos, incluso a los propios proyectos, intervenciones y políticas
patrimoniales. (¿debemos denunciar la trivialización? ¿debemos temer y advertir
una progresión en este sentido hasta límites caricaturescos y un efecto de
contagio respecto a otras activaciones preexistentes? Y en todo caso ¿por qué?
¿qué legitima la desautorización de esta tendencia? No es una pregunta retórica
ni, por tanto, sostengo una posición predeterminada en este sentido, tan sólo
la necesidad de la reflexión y el debate).
·
Hacia la propia naturaleza del patrimonio
podemos identificar estas construcciones y acreditar que, efectivamente,
funcionan y permiten explicar la lógica de las políticas patrimoniales, así
como la actitud social ante el patrimonio, tanto en abstracto como en la
casuística concreta. Y podemos y debemos refinar nuestros análisis en este
sentido. Sin embargo esta herencia, por su propia naturaleza, no se puede
conservar, ni se puede conservar de ella un conocimiento razonablemente completo,
ni siquiera se pueden establecer criterios preferenciales en este sentido que
no atenten contra su complejidad.
§
Pero, debemos constatar también que de ninguna
manera podemos identificar esta operación simbólica con la herencia cultural de
la humanidad. Nuestra herencia, nuestro verdadero patrimonio como especie, esta
constituido por la acumulación de la experiencia cultural humana en toda su
profundidad y diversidad y es una herencia irrenunciable, de la que, por otra
parte, estamos viviendo.
§
Los intentos de desarrollar campañas
sistemáticas en esta dirección, más allá de las investigaciones nacidas de los
problemas y los intereses científicos de investigadores concretos o grupos de
investigación, son decepcionantes y no guardan una relación satisfactoria con
los recursos invertidos. ¿Debemos desarrollar líneas estratégicas en este
sentido? ¿existen criterios que permitan garantizar una mayor efectividad en
los resultados? Y, en todo caso, ¿qué entenderíamos en este contexto por
efectividad?
EL PATRIMONIO
LOCAL
El patrimonio local está compuesto por todos aquellos
objetos, lugares y manifestaciones locales que, en cada caso, guardan una
relación metonímica con la externalidad cultural. Patrimonio Localizado: es
aquél cuyo interés trasciende su ubicación y es capaz de provocar por sí mismo
flujos de visitantes con relativa independencia de la misma. Forma parte
también del patrimonio local (aunque no viceversa).
§
Depende del interés social que concite, de su
capacidad de atracción intrínseca.
§
Depende de parámetros puramente turísticos, como
su ubicación respecto al mercado emisor de visitantes, la infraestructura
turística existente, su comercialización como producto turístico, o su
inclusión en productos turísticos más amplios.
Patrimonio Local
·
A las localidades sin patrimonio, o, mejor
dicho, a las localidades con referentes patrimoniales de escaso interés más
allá de la comunidad.
·
El patrimonio local como un todo.
·
Naturaleza del patrimonio local, se basa en la
memoria.
·
La puesta en valor y activación de los
referentes patrimoniales no corresponde a la población, sino a los poderes
locales, pero estos poderes se ven forzados a reflejar las sensibilidades
mayoritarias de la población al respecto y darle curso.
Naturaleza del patrimonio local, se basa en la memoria:
·
La memoria determina los referentes en que la
comunidad va a fijar sus discursos identitarios, con un carácter casi totémico,
pero también los contenidos mismos de esos discursos.
·
La memoria compartida, antes que colectiva, es,
por supuesto, una construcción social.
·
La memoria es cambiante, selectiva, diversa,
incluso contradictoria y relativa en todo caso a las situaciones, intereses e
interrelaciones del presente
o
Esto confiere a los procesos de
patrimonialización a nivel local un potencial de reflexividad y de complejidad
dialéctica
CONFLICTO: El patrimonio local tiene, tarde o temprano,una
cara oscura, que se manifiesta cuando la población se enfrenta a problemas
acuciantes, como reconversiones económicas, deslocalización de empresas,
procesos de despoblación o, por el contrario, crecimientos demográficos súbitos
y de una magnitud suficiente como para cuestionar los discursos identitarios
preexistentes, presencia creciente de contingentes de emigrantes procedentes de
otros contextos culturales o cualquier otro factor de conflictividad. El
patrimonio local contiene en sí mismo grandes oportunidades y grandes amenazas
para el desarrollo y el bienestar de la población.
El principal camino para convertir al patrimonio local en un
instrumento abierto y de futuro pasa básicamente, por dar prioridad absoluta al
capital humano: las personas antes que las piedras.
·
Capital humano y de personas, se refiere,
naturalmente a la población, pero a toda la población, autóctona o no, y a
procesos de participación activa
·
Técnicos en gestión patrimonial que, en este
caso, deben ser además, a la vez, científicos sociales capaces de trabajar en
la población y con la población, en el ámbito de lo extremadamente concreto, es
decir antropólogos y antropólogas formados en el trabajo de campo10
·
Agentes culturales locales, personas implicadas
en el devenir comunitario y dispuesto a participar en la empresa.
¿Puede contarse con los poderes políticos locales?: En
principio, parece más rentable para los políticos locales restaurar monumentos,
recuperar parajes, incluso crear museos, a partir de un amplio consenso social,
que no contratar aunque sea un solo antropólogo o antropóloga y esperar
pacientemente los resultados inciertos de un proceso de indagación y
realizaciones basadas en la participación. Error de apreciación, ya que la
aportación a medio plazo del antropólogo o antropóloga, trabajando directamente
con la población, propiciando la coordinación e iniciativa de los agentes
culturales locales y contribuyendo a la formalización de discursos autóctonos,
materializados en exposiciones, itinerarios, manifestaciones colectivas u otros
soportes, puede ser más rentable para el político local que un proyecto
tradicional de conservación de monumentos y creación de museos.
El patrimonio edificado, el patrimonio material: Un enemigo
de la dinámica creativa y participativa que estamos considerando, o no. Todo
dependerá de que sepamos ponerlo a trabajar en beneficio de los objetivos
globales o de que, al contrario, se convierta en un peso muerto, o acabe
constituyendo el objetivo en sí mismo.
CONCLUCION: El patrimonio local no debe ser tomado como un conjunto de referentes
predeterminados por principios abstractos de legitimación, sino como un foro de
la memoria, en toda su complejidad, que permita una reflexividad poliédrica
sobre soportes diversos, que, partiendo de las preocupaciones y retos del
presente, reflexione sobre el pasado, para proyectar, participativamente, el
futuro. Entender el patrimonio como “recursos para vivir”.
El patrimonio arqueológico como recurso: Políticas estatales
de gestión en Tucumán y Tafí del Valle
El patrimonio cultural en Argentina, así como en gran parte
de los países latinoamericanos y europeos
.Es un constructo cuya conformación está íntimamente vinculada
a procesos políticos, sociales y económicos. El patrimonio arqueológico se fue
construyendo a partir del reconocimiento de esta disciplina –la arqueología -
como herramienta adecuada para definir aquellas materialidades de las que
corrientemente no se cuenta con otro tipo de información académica.
Argentina: El patrimonio arqueológico suele comprender, a
las materialidades del pasado indígena, y particularmente, de su pasado
prehispánico. Para informar e ilustrar al público desde programas educativos y
de las exhibiciones en museos.
Este concepto define desde el ámbito jurídico lo
patrimonializable, aquello que debe ser protegido, pero, ala vez que instala un
sentido de la materialidad indígena, establece parámetros de validación, como
se lee en la definición propuesta por la legislación tucumana vigente: “El
Patrimonio Arqueológico está constituido por los bienes inmuebles, vestigios,
restos y objetos que evidencien manifestaciones humanas que tengan los valores
propios del patrimonio cultural y quesean susceptibles de ser investigados
mediante metodología arqueológica.” Art.3° Inc. b de la Ley7.500 de la
provincia de Tucumán.
Los recursos culturales / arqueológicos en Tafí del Valle,
Tucumán
“...cuando hablamos de patrimonio cultural de un pueblo, a
lo que nos estamos refiriendo es, precisamente, a ese acervo de elementos
culturales, tangibles unos, intangibles los otros, que una sociedad determinada
considera suyos y de los que echa mano para enfrentar sus problemas, [...];
para formular e intentar realizar sus aspiraciones y sus proyectos; para
imaginar, gozar y expresarse...” . (Bonfil Batalla). Justamente cuando se “echa
mano” de ese acervo, cuando se transforman en recursos - de orden estrictamente
cultural o, también, político y económico -.
El patrimonio arqueológico suele estar comprendido, en
nuestras regiones, por materialidades del pasado indígena local.
La región oriental de los valles serranos tucumanos ha sido
habitada desde hace más de dos mil años atrás; y, seguramente, fue espacio de
explotación por sociedades de economía extractiva aún miles de años antes. Son
bastante recientes los procesos de reconocimiento como pueblos originarios en
el Valle de Tafí por parte de su población nativa, dando lugar a la revisión de
viejos presupuestos, evaluando percepciones y configurando nuevas propuestas
Los pueblos que hicieron del Valle de Tafí su hogar en los
alrededores del inicio de la Era Cristiana (EC) – período Formativo - son
conocidos actualmente por manifestaciones materiales diversas. Algunas de
ellas, como es el caso de los menhires, hicieron famoso a Tafí. Sociedad
Agro-Pastoril. “Cultura Tafí” (Agricultura). Identificar a los que serían
considerados como los únicos pueblos indígenas autóctonos que, además, no
habrían llegado a habitar esta región más allá del primer milenio de la EC (Era
Cristina)
Cultores de complejas creencias manifestadas en los
monolitos, pero también, en un mundo simbólico reflejado en piezas en piedra,
cerámica y metal, ocuparon todo el Valle y sus alrededores. Cientos de recintos
circulares en piedra serían testimonio de esta etapa de la ocupación humana de
Tafí. Se los encuentra en todas partes: en el fondo del valle, junto a los
cursos de agua, etc. El “patrón
margarita”, junto a los menhires, algunas andenerías y el montículo de Casas
Viejas en el sur del Valle, pasaron a ser los restos arqueológicos por
excelencia de este valle intermontano. Aquellos monolitos son interpretados de
maneras muy diversas y son uno de los referentes más claros del rol social,
político, pero también económico, de los restos arqueológicos en nuestra
sociedad.
Hay otros elementos que tienen un lugar particular como
ejemplares representativos de los tiempos prehispánicos, por caso, morteros y
estatuillas grabadas en piedra, y las imponentes urnas de la alfarería
Santamariana o algunas piezas aún más tardías, de filiación inca. Estas evidencias materiales, junto a otras
aún más recientes, son testimonio de pueblos que habitaron Tafí en el segundo
milenio de la EC. Más allá de la narrativa histórica oficial que sostiene la
inexistencia de población para la época de la invasión española, cada vez es
más elocuente su falta de veracidad
En Tafí hay un énfasis creciente en la valoración de áreas
con evidencias arqueológicas, que va más allá de los menhires. Interés
económico: Usufructo turístico
Dejando a un lado la Reserva Arqueológica Privada de La
Bolsa, que prácticamente se encuentra cerrada al público, los sitios que son
visitados por turistas carecen de investigaciones científicas previas y de
planes de gestión adecuados para su preservación. Existe un importante tráfico
de todo este tipo de piezas; y, paradójicamente son las que sí son mostradas en
los museos.
Por otro lado, con el importante desarrollo del negocio
inmobiliario se está produciendo una fuerte afección sobre toda esa
materialidad: se están destruyendo asentamientos indígenas completos, se rompen
decenas de piezas cada semana, así como estructuras arquitectónicas de
funcionalidad diversa. Las Comunidades Indígenas locales se han propuesto
intervenir en la gestión de estos (sus) recursos culturales, poniendo en valor
y actualizando sentidos en una serie de áreas con materialidades indígenas
prehispánicas.
Las políticas del Estado frente al patrimonio arqueológico de
Tucumán
Tomando como base la propuesta de Ozslack (1982), concebimos
al Estado como una instancia máxima de poder político que materializa un
aparato burocrático – institucional, y que es resultado de un decurso
histórico, cuyo proceso no es lineal ni mucho menos las opiniones que lo
formaron. Por lo tanto la estatidad es un aspecto constitutivo de fuerzas y
elementos múltiples y heterogéneos.
Inicios de la Patrimonialización: un menhir en plena ciudad
En el marco de los festejos por el centenario de la
independencia el entonces gobernador Padilla ordena, por decreto, que
Ambrosetti baje un menhir para integrar parte de la parafernalia alegórica en
el recién creado Parque 9 de Julio (Mastrángelo 2001). Este monolito pasará a
ser, como lo señala esta autora, el único representante de la producción
material del pasado indígena en un espacio diseñado para parecer “moderno y
civilizado”. Los relatos de la gente de Tafí, los mismos habrían sido
elaborados por una antiquísima civilización perdida, que no tendría relación
histórica ni cultural alguna con los pobladores del Valle de la conquista.
·
Con el cambio de siglo el Estado Nacional irá
definiendo las políticas que le permitan apropiarse de las materialidades
indígenas prehispánicas y del pasado que significan. En 1907 se promulga la Ley
Nº 3.799 en el marco de la cual se adquiere la colección de antigüedades
calchaquíes de Zavaleta, la que será destinada al Museo Nacional13. Como lo
expresan Endere y Podgorny (1997), la misma Ley Nº 9080 se sanciona como una
estrategia para llevar al dominio público las colecciones privadas que hacia
finales del siglo XIX detentaban esas manifestaciones culturales que ayudarán a
construir la nación.
·
La materialidad indígena prehispánica, ya
configurada como “ruinas y yacimientos arqueológicos”, fue patrimonializada por
el Estado a través de aquella ley, estableciéndose a la Nación como su
propietaria y, también, el carácter público de esos bienes, status especial
reconocido en razón de un valor científico que deberá ser interpretado según el
significado de la ciencia para la restauración nacionalista (Endere y Podgorny
1997).
·
Tucumán está buscando posicionarse frente a la
pampa húmeda, viviendo además un proceso de modernización devenida de la
conformación de la industria azucarera. Las disputas por los espacios de poder
económico y político a nivel nacional llevarán a luchas en el plano cultural.
En esta época comienzan a oírse las primeras reivindicaciones del
provincialismo norteño y tucumano como entidad cultural
·
Ambrosetti presentó al mundo científico en 1896
la existencia de los menhires y con ello inaugura un estilo de estudio, que
perdura prácticamente hasta el día de hoy en el Valle de Tafí y que hace de
estos monolitos y sus hacedores el eje de la arqueología local y de la gestión
del patrimonio arqueológico. Al igual que otros investigadores de la época, un
argumento significativo para la construcción del pasado regional es el de la
inexistencia de lazos culturales e históricos con los pobladores conquistados
por los europeos del siglo XV y XVI
El Valle de Tafí será sucesivamente “visitado” por
diferentes investigadores que, como el mismo Ambrostti (1897), o más tarde
Bruch (1911), tienen por objetivo reunir datos sobre las antiguas poblaciones
indígenas y obtener materiales que engrosen diversas colecciones. Ya
tempranamente aparecen algunos elementos fuertes que van a contribuir a una
definición identitaria del pasado indígena local que enfatiza en el carácter
foráneo los pueblos hallados en tiempos de la conquista17. El pasado grandioso
era de un pueblo que ya no existía por entonces y que será reflejado en los
monolitos; varios investigadores centrarán sus estudios en ellos.
Se busca ordenar las materialidades indígenas prehispánicas
de tal modo de comprender el pasado desde sus distribuciones. El valle de Tafí
se constituyó en locus de una “cultura” homónima (Bennett, Bleiler y Sommer
1948). La región pedemontana oriental, en particular al Norte de la provincia,
será segregada como un espacio cultural completamente diferente. Con los
trabajos de Schreiter y Metraux sobre “Candelaria” se instala la idea de que
del lado oriental de los cordones montañosos que lindan con la llanura
habitaban otros pueblos, que difieren completamente de los diaguita-calchaquí. Se
comenzaron a realizar estudios de acerca de La Quebradita y otros espacios
donde se “tomaran” medidas a nivel local.
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